Por lo regular en la sociedad mexicana el psicoanálisis, la psicoterapia y la atención médica en general tienen un estigma social negativo en donde acudir con el médico, psicólogo o psiquiatra se le puede percibir como un indicio de "debilidad personal".
Es de gran utilidad saber el estado mental de nuestra pareja, familia e incluso el nuestro, ya que en gran medida nuestros conflictos emocionales tienen un impacto negativo en quienes nos rodean y el cual se subestima y solo se hace consciente con el pasar de los años.
Nuestro sistema psíquico está conformado funciones mentales superiores que nos distinguen de las demás especies las cuales son el pensamiento abstracto, memoria, emociones, sentimientos, intelecto y estilo afectivo, las cuales están constantemente expuestas a sufrir un daño y/o desgaste en cada etapa de nuestra vida mediante el estrés, ansiedad, depresión, problemas familiares, problemas en la relación de pareja, en el trabajo, en la escuela, adicciones, experiencias de fracaso, genética, eventos traumáticos y situaciones que ponen en riesgo nuestra salud física. Dicho daño y/o desgaste que pueda recibir nuestro sistema psíquico se manifiesta en pensamientos, creencias, actitudes y conductas “irracionales” que marcan el inicio de una cadena de consecuencias negativas a nivel personal, escolar, familiar, laboral y social acentuando, reforzando el daño psíquico y dando origen a nuevos pensamientos, emociones y conductas irracionales que van teniendo un impacto negativo en nuestra personalidad y en quienes nos rodean.
La prevención y atención psicológica a los conflictos que vivimos a nivel personal, de pareja, familiar, social y laboral proporciona estabilidad emocional, disminución del estrés, la depresión y la ansiedad, conocimiento de uno mismo, menor probabilidad de desarrollar enfermedades crónico-degenerativas, visión objetiva, optimización de nuestras relaciones y estilo afectivo, desarrollo de la inteligencia emocional e intelectual, mayor rendimiento académico y laboral entre otros beneficios. De ahí la importancia de la salud mental como factor de calidad de vida.